Signos de vocación monástica

Queremos aquí contarte en que consiste nuestra vida de consagración para ayudarte a discernir si Dios te está llamando a este tipo de vida. Desde ya que si quieres escribirnos puedes hacerlo cuando quieras que con gusto buscaremos de ayudarte.

¿En qué consiste la vida del monje?

La vida monástica se llama así porque viene de monos (‘uno’ en griego), y significa que el monje se dedica a una sola cosa, como dijo Jesús a Marta en el Evangelio, a lo único importante, a Dios. El monje consagra su vida totalmente a Dios y sólo a Él, y de ahí la necesidad de apartarse y vivir en clausura (no por miedo y ni rechazo a los hombres…no es eso, para nada, sino para poder dedicarse en cuerpo, alma, y afectos, a sólo Dios), a amarlo y servirlo por todos los hombres que no lo aman ni sirven.

Pero como el amor a Dios va unido al amor al prójimo…(como dice San Juan en su carta “no se puede amar a Dios a quien no se ve, si no se ama al prójimo a quien se ve”) es que esta vida contemplativa implica también una entrega generosa a los hombres… de hecho, toda la vida de oración y penitencia se ofrece por la salvación y santificación de los hombres, de los que nos piden oraciones, de los que sufren, de los que no conocen a Dios…etc.

Realmente es un gran regalo de Dios el poder vivir dedicados a Él, y a la vez, a todos los hombres, pues son innumerables los que nos piden diariamente oraciones, ayuda, consejo, etc…además el monje ayuda al mundo con la sola presencia, pues es un testimonio vivo en medio del mundo materialista, de que Dios existe, que tenemos un alma, que lo más importante es salvarla…el monje, aún en vida, da su vida para dar testimonio de esta gran verdad. El monje desea consumir su vida por amor a Dios y al prójimo. Por eso, en cierto modo, se asemeja al mártir, en cuanto que debe tener su misma disposición interna “dar la vida por Cristo”.

Y es además como un anticipo del Cielo, pues el Cielo es ver cara a cara a Dios y gozar para siempre de su presencia, y eso es lo que intenta vivir el religioso y especialmente el monje, acá en la tierra, y de ahí el nombre de su vocación “contemplativa”.

¿Cómo es nuestra vida?

El horario es así: 5, levantada; luego cantamos el Oficio de lectura, a continuación hacemos media hora de oración mental con el Santísimo expuesto, y después tenemos la Santa Misa con el rezo de Laudes. Desayuno. Una hora de Lectio Divina (lectura, oración y meditación de la Palabra de Dios). Cantamos los salmos de hora Tercia (9 de la mañana). 3 horas de trabajo manual (variados: huerta, limpieza, animales, sacristía, cocina, baños, dulces, etc….). Canto de la hora Sexta (12:30hs). Almuerzo (lunes y viernes ofrecemos al Señor un ayuno). Siesta optativa. A las 15 cantamos los salmos de hora Nona. Luego hay tiempo de Celda (así se llama la pequeña habitación de cada monje) hasta las 19hs, en que se expone el Santísimo y cantamos Vísperas, una hora de adoración y meditación personal; luego cantamos los salmos de Completas (la oración de la noche, para pedir un buen descanso). Finalizamos con la bendición con el Santísimo y la Salve Regina (siguiendo la tradición de los benedictinos de este Santuario). Por último la colación (algo más liviano que una cena, suele ser una sopa o algo así) y a dormir. Todo el día estamos en silencio, en el desayuno y el almuerzo leemos alguna lectura espiritual, para que sea refección del cuerpo y también del espíritu, y en la cena, se rompe el silencio para hacer una hora de recreación (o sea, que se puede charlar y compartir con los demás monjes).

La idea del silencio, es para no distraerse con los hombres, y poder hablar con Dios. Debe ser sobre todo también silencio interior, estar realmente unidos y atentos a Dios, la mente y corazón que estén sólo en Él.

El domingo, por ser día de fiesta, nos levantamos un poco más tarde, y se puede hablar, recrearse durante todo el día… evidentemente se rezan todas las horas del Oficio, y todos los salmos cantados: siete veces (como canta el Rey David) al día se cantan los salmos: Oficio, laudes, tercia, sexta, nona, vísperas y completas.

Es ciertamente una vida con más oración y sacrificio, una vida de más entrega, queremos ser víctimas con la Victima del Calvario, Jesús, que murió por todos…

Pero eso mismo hace que sea una vida de gran alegría… pues Dios no se deja ganar en generosidad, y se vive o se intenta vivir, en la caridad, y la paz, anticipos del Cielo. Inmersos en una alegría sobrenatural, la alegría de estar con Dios y saber que nos espera, luego de este destierro, la Vida Eterna.

(Tomado del Blog “Al asalto del cielo”)