Los adversarios de las vocaciones, desde la época de Santo Tomás de Aquino, son aquellos que desvían a los hombres de lo espiritual hacia lo material. El diablo, como principal enemigo de la salvación, utiliza a personas “carnales” para oponerse a la gloria de Dios y la salvación de las almas, tal como lo hizo el Faraón con Moisés y Aarón. La vida de un cristiano, y en particular la del que busca una vocación, siempre estará llena de pruebas, que sirven para purificar el alma, como el oro en el fuego.

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